Aunque ya estamos pasados la Navidad y en el 2023, pensaba que sería divertido escribir sobre una historia épica de viajes que vivirá por siempre en mis sueños e impresionar a la gente que ha viajado tanto como yo, incluso la que ha viajado más que yo. Esta historia la cuento a los que quieren una historia de viajes buenísima, y ésta no se deja querer. Adelante. Mi viaje salido del infierno mismo.
Al menos después del 11 de septiembre. Igual algún día os cuente mi peor viaje de antes de aquel día en que se cambió la manera de viajer en el aire (a lo mejor me ayudará mi madre a completar los espacios en blanco en mi memoria).
Si hay algún objetivo con contar esto es que nunca deberías dejar a última hora los viajes de festivo si no hace falta, en especial si vives en una zona donde hace bastante frío. Este viaje en particular no se esperó para reservar hasta la última hora ya que se había reservado meses antes. Sin embargo, seguro que habéis oído del problema en USA con los vuelos navideños (con la aerolínea de Southwest en concreto) del 2022, y por eso es bueno saber que viajar en esta época conlleva bastantes problemas y los que viajamos mucho somos muy conscientes de ellos. Ya verás lo que estoy diciendo. De verdad que te enterarás.
Primero, un poquito de contexto. Cuando estaba en la universidad y cambié de universidad en el 2006 (en el mismo "sistema" estatal; en USA la mayoría de universidades públicas tienen una red dentro del estado que te permite cambiar de una universidad estatal a otra sin muchos problemas por cuestión de compatibilidad educativa, y muchas veces entre universidades de otros estados), decidí cambiar la carrera de teatro (por alguna razón en el instituto quise ser actriz, y es una historia larga) a Lengua Española porque ya veía cómo me había afectado haber vivido en España de joven. La universidad a la que cambié, como todo buena universidad en USA, ofrecía cursos en el extranjero y en este caso a España. Solicité un plazo en el 2007 para que pudiera hacer el curso en los dos trimestres de primavera del 2008 y me aceptaron. Solicité un pasaporte nuevo y pagué extra para que lo recibiera más pronto para que pudiera hacer los trámites del visado de estudiante para España con tiempo (sólo tengo nacionalidad estadounidense, así que el visado era necesario para poder estar más de 90 días en la zona Schengen). Tenía que tener el permiso de entrega al consulado español en Chicago, el más cercano, notorizado y había mucho papeleo, pero lo conseguí. El permiso legal era para que una persona que no fuese yo pudiera entregar el pasaporte.
Todo esto es relevante porque figura en todo el rollo que era hacer este viaje, de principio a fin.
Mis padres ya estaban viviendo en España, desde el 2006, en un pueblo en la zona del Aljarafe cerca de Sevilla capital. Mi padre había reservado los billetes de avión en cuanto me entregaron el pasaporte nuevo para que yo viajase el día de Nochebuena para llegar a España el día de Navidad y volver a USA el junio siguiente. El programa empezó oficialmente el día 1 de enero, que fue cuando el resto de estudiantes llegarían al país, así que yo tenía que viajar por separado y por eso tenía que recoger el pasaporte con el visado por separado también. Yo tenía que llamar a la oficina que manejaba todo lo que tenía que ver con el estudio en el extranjero (parecido al programa de Erasmus en Europa) para saber si tenían novedades sobre la aprobación del visado y cuándo sería listo el pasaporte para que lo recoja en Chicago, en el consulado. Esto sí lo tenía que hacer yo misma. Según mi LiveJournal de aquellos tiempos, los días 10 y 13 del 2007 (y recordad, tenía billetes reservados para el día 24 del mismo mes) me habían contado que no sabían nada. O sea, la burocracia de España, dejándolo todo al último momento. Olé. Total, el día 18 de diciembre me dieron las noticias que el visado ya estaba listo y podía ir al consulado en Chicago para recogerlo. ¡Por fin! No tenía coche, y conseguí que alguien me llevase a Chicago.
Estaba alojado con unos amigos de la familia cuando no tenía clases, y ellos me llevaron a Chicago, un viaje de tres horas desde la ciudad de Wisconsin donde estaba. Y como realmente no querían hacer este viaje, salimos a las 6 de la mañana para llegar cuando abrieron la oficina a las 9, y no abrieron las puertas hasta las 9.10. Firmé para que me entreguen el pasaporte, y volvimos para Wisconsin. Tres días más tarde, me llevaron al aeropuerto regional para coger un vuelo para Cincinnati (un viaje de hora y media, dos como mucho), para coger otro vuelo para Newark, y de allí a Madrid donde cogería un AVE para llevarme a Sevilla donde me estarían esperando los padres. El vuelo era para las 8.55, y esperé hasta oír por megafonía que el vuelo era atrasado hasta las 11.55 debido a la falta de personal pera manejar el vuelo debido al clima, que en esta zona del país los inviernos son durísimos, con mucho frío, viento, y nieve. Llegó mediodía, y anunciaron la cancelación de dicho vuelo y nos obligaron a hablar con atención al cliente para buscar alternativas. Yo era la última en la cola, y tenía que insistir que yo tenía que estar en Newark porque tenía un vuelo programado a Madrid esa noche, y me dijeron que ni modo, a de que llegue a Newark ese mismo día pero que llamarían a la otra aerolínea, (volé hasta Newark con una, y de Newark a Madrid con otra) para explicar la situación. Acepté, y me pusieron en un vuelo a Cincinnati esa esa noche, y a primera hora de la mañana tenía vuelo para Newark, y a esperar allí hasta el vuelo del día siguiente (o sea, Navidad) para Madrid, que sólo había uno.
Se lo conté todo a mi padre, en España, y confirmé que la aerolínea que me llevaría a Newark estaría al tanto y que hablarían con la otra, porque yo insistí a los de atención al cliente que eso era lo que harían ya que era algo completamente fuera de mi control.
Subí a ese vuelo a Cincinnati a las 18 de la tarde, y era la única pasajera. Fuimos el piloto, el co-piloto, una azafata, y yo. Me ofrecieron todo lo que quisiera comer (no había comido en todo el día porque estaba liada con esto de los vuelos), y fue la primera vez que tuve la oportunidad de volar en clase Business. Ojalá recordase más de la experiencia, pero bueno.
Una vez aterrizada en Cincinnati, la aerolínea me reservó en un Holiday Inn (una cadena de hoteles de gama media-baja por si no lo conocéis) ya que fue culpa de ellos. El día siguiente, Navidad, llegué a Newark y fui directamente a check-in, y por sorpresa mía (pero seguramente no la vuestra), me habían marcado como "no-show", en el vuelo de la noche anterior, lo que significaba que el vuelo lo tenía cancelado y no podía irme a ningún sitio. Delta, la aerolínea anterior, no había mencionado a Continental, la aerolínea que me tenía que lleva a Madrid, que no estaría en ese vuelo. No estaban obligados a hacerlo, pero me habían dicho, y repetido, que lo harían. Y para más inri, no podrían ponerme en el vuelo de esa noche porque, sorpresa, estaba lleno. Estaba atascada en Newark, en Navidad. Llamé a mi padre en Sevilla para contárselo todo, y unas horas después de hablar con Continental, me informó que volase como "stand-by", o sea, que mis maletas se irían a Madrid en ese vuelo y si había hueco, podría irme también pero si no, me pondrían en el siguiente vuelo y la noche la podría pasar en casa de mis tíos a hora y media de Newark. Asentí, volví a check-in, y la misma señora de atención al cliente que me había dicho que yo era un "no-show" y el vuelo de esa noche estaba lleno, estaba allí para asistirme. Recuerdo con claridad que al verme me preguntó "¿Ya se ha solucionado todo?" Dije que eso esperaba, preparada para solicitar un asiento de "stand-by".
Agrega mi información en el sistema, me mira, y dice, y esto también lo recuerdo como si fuera ayer, "Tienes suerte. Acaba de haber una cancelación. ¿Te apetece un asiento con ventanilla?"
CLARO QUE SÍ, HOSTIA.
En fin, aparte del hecho de que ya debería de haber estado en España, celebrando la Navidad con mi familia, que la había pospuesto hasta que yo llegase, al menos tenía vuelo garantizado y ya estaba de camino.
Al aterrizar en Madrid, tenía que ir a Atocha para comprar los billetes de AVE que mi padre no había reservado, y allí me recogerían mis padres. En el contador, al cual llegué a mediodía, me explicaron que como era el día después de Navidad y estaban todos repletos, no tenían hueco en ningún tren hasta las 18 de la tarde. Era la única opción y la acepté, y allí estaba, esperando, de nuevo, en la sala de espera en Atocha hasta pudiese subir al tren y acabar con este viaje de mierda.
Todo empezó a las 7 de la mañana hora Central Norteamericana el día de Nochebuena, y acabó a la medianoche (la hora en que me acosté) el día 26 de diciembre Hora Central Europea. Olé tú.
Y es por eso que nunca viajes los festivos, en especial los de invierno. Y nunca, nunca viajes con billetes separados con aerolíneas diferentes que no tienen "code-share". Espero que os hayáis divertido con esta historia, porque yo sí, aunque fue un horror vivirlo en directo.
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